Hoy os dejo una historia de mi compañero Paco Limón, Paco es de esas personas que hacen cosas comunes de manera extraordinaria, a mi personalmente me encanta su manera de expresarse y contar las cosas siempre dándole un toque original pero con un trasfondo que me hace recapacitar, sin más os dejo este magnífico relato.
Una sinopsis de pedagogía aplicada al fluir de la gestión.
Pues
sí, echo de menos a José Manuel Parada los sábados por la tarde, incluso a su
pianista, por su sabiduría y su sentida pasión del cine clásico español, que
arrasó y tenía a media España sentada en el sofá, butaca o silla de ruedas
poniendo su granito de arena a nuestra felicidad, pero por razones que escapan
a la lógica, entre otras cosas, llegó la de las ovejitas que jugó dos prórrogas
injustas e incluso los penaltis, pero se volvió a ver la luz con la más grande
de las chicas Yeyé, por su encanto, simpatía y amor por las bellas historias
que nos enseña la vida.
Y
hace un par de semanas me volví a encontrar con “Esa voz es una mina”, de
Antonio Molina, una cinta de 1955 sobre el drama del trabajo en el carbón, pero
ilustrado con cierta gracia y salero. Así nos cuentan como era la vida del
minero en las cuencas de Andalucía: unos en la tierra con traje y corbata,
arreglando papeles y con un látigo muy largo para no mancharse sus zapatos, y
los otros muy por debajo de ella, de la tierra y de las comodidades, y sobre
todo de la salud, de sus patronos.
Para
mitigar este sufrimiento nuestro protagonista endulzaba la vida de sus
compañeros con su virtuosa voz y la profundidad de su copla, que animaba y
arropaba en el laboreo de las rocas, haciendo y siendo feliz en unas
condiciones tan precarias, pero un día, como puede ser cualquiera visto lo
visto, la compañía fue adquirida por nuevas personas y nuevas ideas, con el
consiguiente movimiento de conciencias y que rompe, debiendo incluso romper
más, el carácter conservador del español de a pie.
Tal noticia corrió como la espuma, y el capataz pronto advirtió al cantaó que se guardase de mostrar su talento por miedo a posibles llamadas de atención, quien asintió sin rechistar la censura, pero quien sorprendió a todos fue el nuevo amo de la explotación, curtido industrial del tejido catalán, con una nueva filosofía de hacer las cosas, recriminando de soslayo a su cúpula directora su proceder pretérito, donde el acercamiento con las cuadrillas se limitaban a los sobres de salario y a dar lar ordenes imperativas, teniendo como interlocutor a los capataces, y dando las líneas de su futura cultura, unas líneas que justificaba, razonaba y explicaba en registros aceptados y comprendidos, basándolas en un acercamiento íntimo de persona a persona, visualizando, además de los resultados estimados corporativos, los avances del desarrollo humano de quienes participasen en especial de los mineros.
Dicho
y hecho, apenas había aterrizado y ya transformó la anquilosada mentalidad de
los de arriba, cuando se decidió también a confraternizar con la verdadera masa
social, la de los monos tiznaos, pero no bajo sólo, se llevo a todos y cada uno
de los que vestían trajes, además de la información que ya antes de llegar se
preocupó de averiguar, y entre todo ese acervo, como no, el cante.
Y la
comitiva empezó su caminar por los angostos túneles de la explotación, y
creando entre los trabajadores un cierto ambiente cuando menos de recelo, que
apenas se torció dicha inquietud, cuando llegado al corazón del tajo minero
dispuesto a presentar las sendas propuestas para la nueva andadura de la
compañía.
Dirigido
y manifestado, cuan mitin electoral, por el estrenado y entrenado propietario,
era un discurso lleno de novedosas orientaciones, que tuvo su culmen en la
petición de disfrutar de la afición estrella: la copla.
Fueron
varios los que impedían que el maestro se arrancase, su capataz, sus
compañeros, todos y cada uno se lo advertían con prudentes y casi silenciosos
comentarios, que subían ligeramente de tono cuando sentía su cosquilleo de
garganta, y aún más cuando el nuevo industrial ofreció 1.500 pesetas de la
época, casi un Potosí, pero el clima funerario persistía.
La
corte viendo que no había respuesta positiva, no sin antes insistir cuál
sereno, marchó camino de vuelta, siendo consciente que su primer intento se
quedó sin fraguar, y que un escenario nuevo para ellos, precisaría de nuevas y
sosegadas incursiones.
Mientras,
los compañeros felicitaban al pretendido aludido por reservar sus dotes, pero
su rostro no comprendía tales alabanzas, no entendía dicha censura y temor, era
más sencillo acatar ordenes, complacer una sinrazón, pero dentro de sí, su
inquietud se manifestaba en busca de una oportunidad con visos de optimismo, y ese joven minero no tardo en soltar su
talento e inundar con su música todas y cada una de las galerías, llegando su
luz a quienes recelaban, que súbitamente retornaron a sentir cada una de las
notas que salían de ese alma.
Agradecido,
abrumado y satisfecho entrego la prebenda al artista, que complacido contagió
pronto su estado a sus compañeros de fatigas, que comprobaron no solo la
afición verdadera del amo por la canción andaluza, sino un gesto inequívoco de
acercamiento incondicional por parte de la esfera, y el manto lleno de hollín
comenzó a ser regado de lavandina.
Este
compromiso fue sellándose con pausa pero sin prisas por ambas partes, se
dispensaron servicios esenciales, fluían por canales las directrices y las
peticiones, se respiraba casi otro aire, reinaba la armonía y el confort, y
como a tal geranio se limpiaban y pulverizaban a sus hojas, y se fertilizaba y
alimentaba a sus raíces, dosificando el agua para no quemar ni secar las
flores.
Fueron
necesarias varias fuerzas para acercar posiciones e incluso para luchar con las
que querían mantener las distancias, están fuerzas fueron las conversaciones,
los gestos, las pruebas, los resultados, en fin de todo lo que se disponía y
dispondrá, guiados por la voluntad y la humildad que debe certificar que el Hecho es el Ejemplo de la Palabra.
Paco Limón
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